“No hay coincidencias, ni casualidades,
tan solo causalidad y efecto”
Epopeya es
sinónimo de heroicidad, gesta, hazaña, entre otros adjetivos que bien podrían
merecer un estudio aparte. Luego de ver con paciencia la serie EPOPEYA “LA
GUERRA DEL PACIFICO”, realizada por la televisión nacional de Chile, encontré
muchos matices y contrastes, sobre como concebimos aquel episodio; peruanos,
chilenos y bolivianos. Para algunos ha de ser trágico, funesto, pero para
otros, sin embargo victorioso.
¿Se puede tener
una visión humana de un conflicto? pienso que si es posible, para ello tenemos
claros ejemplos de la Segunda Guerra Mundial, pues cada año los directores
hollywoodenses, nos incitan a observar con cautela cada pasaje, detalle,
historia sobre cómo se vivía la guerra en aquellos años en la convulsada
Europa.
Y ¿Por qué? Rasgarnos
las vestiduras al ver que el país vecino realiza este reportaje, no sería mejor
analizarlo, observarlo y criticarlo luego. Pero bueno vamos por partes. El
reportaje se inicia con el descubrimiento de restos óseos, en el distrito de
Chorrillos, en la ciudad de Lima- Perú, por obreros de construcción que
excavaban para una obra. Cuando la Fiscal observa que en los botones se
encuentra simbología chilena, y se comunica con el INC (Instituto
Nacional de Cultura) para un estudio pormenorizado, en esos estudios realizados
por arqueólogos y antropólogos, donde se despejan las dudas, efectivamente se
trataban de restos de un soldado chileno, muerto durante la época del conflicto
armado entre chilenos y peruanos.
Este
descubrimiento data del año 1998, sin embargo tuvo que pasar una larga década
para que nuestros vecinos chilenos se preocupen por realizar un homenaje a este
soldado anónimo, este reportaje que dicho sea de paso, sirve para homenajear a
sus héroes desconocidos y mantener presente una victoria pasada a su
joven generación.
La versión que
tienen peruanos, chilenos y bolivianos obviamente es diversa, distinta y
cambiante. Sabemos poco o nada sobre las causas que originaron la guerra del
pacifico. En el colegio me enseñaron que se debió, por un impuesto adicional
que quería cobrar por ese tiempo el gobierno Boliviano a las empresas
chilenas, por el trabajo de explotación de minerales en tierras bolivianas. Y
el Perú había suscrito secretamente con Bolivia una alianza de defensa
sobre cualquier afán bélico.
Era febrero de
1879, el Perú limitaba al sur con Bolivia. El litoral era Antofagasta y estaba
lleno de chilenos. Había mucho salitre en Antofagasta, y el salitre era como el
petróleo de hoy. El presidente Boliviano Hilarión Daza, decretó el impuesto del
salitre pero Chile no estaba dispuesto a aceptar tal autoridad, pues el tratado
que suscribieron ambos países, señalaba que no se podía crear un impuesto
adicional entre el paralelo 23 y 25 justamente donde se encontraban los
yacimientos minerales.
Esto fue el
detonante para el inicio de la guerra. El primero de marzo de 1879, Bolivia le
declara la guerra a Chile.
Cabe recordar
que es durante el gobierno de Manuel Pardo que se firma el Tratado de Secreto
con Bolivia, al observar la carrera armamentista de Chile, con unidades
poderosas, adquiridas en Inglaterra, como el “Cochrane” y el “Blanco Encalada”,
con miras a adquirir el dominio del pacifico sur.
El Tratado de
Alianza Defensiva con Bolivia, se firma el 6 de febrero de 1873, a través de
Juan de la Cruz Benavente por Bolivia, y José de la Riva Agüero por el
Perú. La finalidad era garantizar la mutua independencia y defender la
soberanía e integridad de ambos países de cualquier agresión extranjera. Perú
solicito la adhesión de Argentina, pero el Presidente Sarmiento contaba con una
fuerte, oposición en el Senado, por lo que el intento peruano no se concretó.
Pero a pesar del
secreto, el tratado fue prontamente conocido por Chile, produciéndose una
reacción adversa al Perú. Y como es conocido nuestro país, no
estaba preparado para una contienda con Chile, no sólo en el aspecto
armamentismo, sino también en el logístico.
El Combate de
Angamos, fue decisivo para la supremacía del dominio marítimo del pacifico.
Joseph Dager, historiador peruano dice: “Cuando perdimos el Huáscar perdimos la
guerra”. Luego de la derrota del Huáscar y la muerte de Grau, las fuerzas
chilenas se hicieron del mar, lo que motivo que pudieran desembarcar en
Pisagua, puerto del departamento de Tarapacá, rico en yacimientos de guano y
salitre. Tras una desigual lucha, el invasor pone pie en territorio, poseyendo
un ejército perfectamente armado, con apoyo de artillería naval y de tierra.
En el reportaje
de Epopeya, se muestra que junto a los restos óseos del soldado chileno se
encontró una especie de diario, en el cual detallaba las peripecias que vivió
durante esos días de conflicto desde una visión personal.
Las campañas
durante la guerra fueron dos: la marítima y la terrestre. Recapitulando la
terrestre se inicia con la toma de Pisagua, entre las batallas que más destacan
se encuentran: la batalla de Tarapacá, la batalla del Alto de la Alianza y la
batalla de Arica.
Luego avanzaron
de Sur a Norte hasta Lima, donde se produjeron bombardeos a puertos peruanos
(Callao, Chorrillos, Ancón y Chancay). En la campaña de Lima se produjeron
también batallas importantes. Pero es en la Campaña de la Breña y de la Sierra,
donde los peruanos dirigidos por Andrés Avelino Cáceres, pudieron conocer la
victoria en el teatro de la guerra.
La batalla de
Concepción es recordada significativamente por los chilenos, pues fueron
derrotados, pereciendo al final toda su guarnición. Posteriormente continúan
otras batallas. Pero es con el Tratado de Ancón firmado el 20 de octubre
de 1883, que se pone fin a la guerra del Pacifico, en el que
estipulaba: El Perú le cedía a Chile a perpetuidad los territorios entre
la quebrada de camarones y el rio Sama (Arica y Tacna) por espacio de 10 años y
luego un plebiscito, en esos lugares decidiría en definitiva su nacionalidad,
el país beneficiado le pagaría al otro la suma de 10 millones.
Citando a
Vallejo, reflexiono: “Pero al fin de la batalla, muerto el combatiente…” ¿Quién
finalmente gana? Me pregunto, la historia siempre es circular y la
simbología de una guerra solo se transforma. Una contienda tiene causas y
consecuencias. La Epopeya al final es de los héroes; peruanos, chilenos y
bolivianos. Quienes ofrendaron sus vidas por su patria.
Cicerón dice
que: “La vida de los muertos está depositada en la memoria de los vivos”. Es
por eso que hay que recordarlos con respeto y admiración.Al final de una guerra
todos perdemos. Y entre los países de Perú, Bolivia y Chile, aún hay
resentimientos de una herida que no cierra.
¿Debería Chile
pedir perdón? Si estaría bien que lo hiciera, no lo dudo, tal vez nos una como
hermanos, digo tal vez… en otro caso tenemos a Alemania que pidió perdón
años más tarde por el Holocausto judío y eso ayudo a su reconstrucción
como una nación integradora.
Jaime Collyer,
psicólogo chileno, propuso que una comisión de los dos países “Vaya un día a
pararse en el muelle y hunda de común acuerdo, el Huáscar”. Adiós al Huáscar,
sí. O mejor; que se remolque hasta la frontera de los dos países, que la armada
de Chile y la marina de guerra del Perú, le rindan honores a Grau y Prat, la
importancia de los símbolos, que una corneta toque silencio, que no se escuche
nada salvo eso y el ruido de una nave atravesando el agua, por fin adiós al
Huáscar, lentamente que la corneta toque romper fuego. Que se escuche un
disparo y que sea el último.
He tomado
citas de:
La Revista : Etiqueta Negra Nro. 64,
Setiembre 2008 “ADIOS AL HUASCAR” págs. 12-23 y el diario “EL PERUANO”
ARTICULOS; “La Mujer peruana en la guerra del pacifico” pág. 13 “Soldado Héroe
de Tarapacá” pág. 13
Lo escribí hace tres años para un
curso de derecho ...yui
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