viernes, 3 de septiembre de 2010

EL PARAISO SOBRE LOS TEJADOS

Será un día tranquilo, con una luz fría

como el sol que levanta o que muere, y el cristal

cerrará el aire sucio del cielo exterior.

Nos despertarán un día, de una vez para siempre,

en la tibieza del último sueño: la sombra

será tal la tibieza. Llenará la habitación,

por el gran ventanal, un cielo aún más grande.

Desde la escalera que se subió un día para siempre

no llegarán más voces ni más rostros muertos.

No será necesario abandonar el lecho.

Sólo el alba entrará en la estancia vacía.

Bastará la ventana para vestirlo todo

de una tranquila claridad, casi como una luz.

Pondrá una sombra pálida sobre el rostro supino.

Los recuerdos serán como grumos de sombra

aplastados igual que vieja brasa

en el camino. El recuerdo será como una llama

que aun hasta ayer mordía los apagados ojos.



CESARE PAVESE

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